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Nunca quise hacer de esto un tabú porque está en mi, existe; pero así como ha venido también se irá.
Cuando me diagnosticaron cáncer fue como frenar en seco. Tuve que aprender a vivir con cáncer, como si fuera fácil, como si a mis 26 años alguien me hubiera enseñado a hacerlo.
El cáncer tambalea toda tu vida, la pone patas para arriba, te machaca física y psicológicamente, hace que vivas con miedo porque puede ser el último día, y por ende, los vives con intensidad y agradecimiento.
Lo bueno es que llega demostrando desde el minuto cero quién sí y quién no.
Y ahora me veo en esta foto de hace pocas horas y recuerdo que soñé mucho con este día, lo veía tan lejano y aunque me queda cáncer para rato, tengo cada vez más cerca la meta.
Hoy he sacado de mi mochila una de las piedras más duras por las que nos hace pasar el cáncer. He terminado con seis largos y fuertes ciclos de quimioterapias.
Por todo esto, porque no es fácil, por tener que levantarme cuando quería sólo que la tierra me trague, por todos los días estar al pie del cañón, por seguir con un ánimo fenomenal y sacando sonrisas a mucha gente, por seguir siendo una mamá y esposa genial, y por muchas cosas más... hoy puedo decir que me admiro, que no creo en la suerte; hoy mas que nunca creo en mí, en lo increíblemente fuerte que soy, en mi actitud de ptm que tuve y tengo desde que empezó todo, creo en mi sonrisa aún cuando tenía sólo ganas de romper en llanto, en el amor de mi familia y amigos que escogí como familia, y creo en Dios porque sin Él no estaría aquí.
Hoy me siento orgullosa de esta Susan con demasiados ovarios para poder con todo.
💪

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